La Eucaristía, prolongación del Misterio de la Encarnación

[46] La Eucaristía en sus dos aspectos, como sacrificio y como sacramento, es el otro rasgo insustituible y en el cual queremos sumergirnos para transformarnos también en hostias vivas, inmoladas para el sacrificio diario, en unión a la Víctima Una y Única, Cristo Jesús. 

 

[47] Vivir de la fe y el amor a la Eucaristía, sobre todo en la manifestación sagrada de la celebración, teniendo en cuenta la dimensión santa y divina del Sacrificio. La adoración Eucarística unida también a las vigilias serán ocasiones propicias para un singular y profundo amor a Cristo en el misterio Eucarístico.

 

 

 

[47] Vivir de la fe y el amor a la Eucaristía, sobre todo en la manifestación sagrada de la celebración, teniendo en cuenta la dimensión santa y divina del Sacrificio.

 


[48] La alta dignidad del misterio Eucarístico nos llevará a una atenta y constante conversión de nuestras almas a Dios, examinando nuestra conciencia diariamente y acercándonos con frecuencia al sacramento de la penitencia (cf. CIC, c. 664), al que procuraremos acceder con la mayor asiduidad posible, con preferencia semanal. “... la Iglesia que se prepara continuamente a la nueva venida del Señor, debe ser la Iglesia de la Eucaristía y de la Penitencia. [...] La Eucaristía y la Penitencia toman así, en cierto modo, una dimensión doble, y al mismo tiempo íntimamente relacionada, de la auténtica vida según el espíritu del Evangelio, vida verdaderamente cristiana”. [...] Ni, por otra parte, podremos olvidar jamás las siguientes palabras de San Pablo: ‘Examínese, pues, el hombre a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz’ (1 Cor. 11, 28). Esta invitación del Apóstol indica, al menos indirectamente, la estrecha unión entre la Eucaristía y la Penitencia”.

 

 

‘Examínese, pues, el hombre a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz’ (1 Cor. 11, 28)