Novena a San Padre Pío de Pietrelcina


Sexto Día

Oraciones iniciales para todos los días


† En el nombre del Padre, y † del Hijo, y del † Espíritu Santo.

Amén

Acto de Contrición

Jesús mi Señor y mi Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita Misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la Vida Eterna. Amén.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

 

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebi- do por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Pon- cio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los peca- dos, la resurrección de la carne y la vida eterna.

Amén.

 

A continuación, se pide la gracia que se desea recibir y se continúa con la reflexión y oración del día:

Reflexión y oración


Sexto Día: Amor del Padre Pío a la Virgen María

 

Reflexión:

 

Desde niño el Padre Pío tuvo siempre una tierna, afectuosa y confiada devoción a la Virgen María. Cuando era sacerdote se consagró totalmente a Ella y la consideró “Dulcísima Madre de los sacerdotes, mediadora y dispensadora de todas las gracias”. Cuando pasaba ante una imagen de la Virgen, decía: “Te saludo, María, saluda a Jesús de mi parte”. Festejaba el mes de mayo con mucho fervor. Decía: “El mes de mayo para mí es el mes de las gracias. Quisiera tener una voz poderosa para invitar a todos los pecadores del mundo a amar a la Virgen”.

 

“Su amor a la Virgen era muy grande —cuenta un sacerdote—. Recuerdo que una vez le pedimos al Padre Pío, en la fiesta de la Asunción, que nos diera un pensamiento sobre la fiesta. Se le iluminó el rostro y sollozando dijo: “Hijos míos, amemos a la Virgen, ella es nuestra Madre”. Se emocionó y se puso a llorar. También nosotros nos pusimos a llorar, confundidos ante tanto amor.

 

Llamaba al Santo Rosario su arma preferida. Lo llevaba enrollado en la mano o en el brazo, como si fuera un arma siempre empuñada.

 

Su devoción a la Virgen era tan concreta y profunda que lo llevaba a Cristo. La Virgen Dolorosa lo llevaba al misterio de la cruz, a embriagarse en los padecimientos de Jesús.

 

La Virgen lo introdujo también en el misterio eucarístico. Escribió: “¡Pobre Madrecita, cuánto me quiere! ¡Con qué cariño me ha acompañado esta mañana hasta el altar! Me ha parecido que Ella no tuviera ni siquiera en quién pensar sino sólo en mí, al llenarme el corazón de santos afectos”. 

 

Oremos:

 

Dios omnipotente y eterno, que has hecho grandes maravillas en la Virgen María, Madre de tu Hijo y Madre nuestra, por intercesión de San Pío de Pietrelcina, renueva en nosotros las maravillas del Espíritu para que podamos bendecir eternamente tu nombre. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

Proponemos como penitencia para este día: hacer una visita a Jesús Sacramentado, al menos de quince minutos y otra a la Santísima Virgen.

 

Oración final


Señor, concédeme la gracia de imitar a tu siervo San Pío de Pietrelcina en el amor a Jesús crucificado, en el amor a la Sagrada Eucaristía, a la Santísima Virgen y a los pecadores. Cambia mi forma de pensar y de sentir, porque muchas veces no parezco hijo tuyo.

 

Señor, te pido la conversión de los que, como yo, son pecadores. Quiero unirme, junto al Santo Padre Pío, a tu deseo de salvación universal en esta novena, solidarizándome con mis hermanos y emprendiendo con ellos un camino de sincera conversión.

 

Dame la gracia de cumplir tus mandamientos alimentando al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo, alojando al forastero, visitando al enfermo y al encarcelado, descubriéndote y respetándote en la obra de tus manos. Y permíteme disfrutar al final de los tiempos del banquete que tienes preparado. Que pueda, junto con el Padre Pío y todos mis seres queridos glorificarte eternamente en tu gloria. Amén.