Novena a San Padre Pío de Pietrelcina


Quinto Día

Oraciones iniciales para todos los días


† En el nombre del Padre, y † del Hijo, y del † Espíritu Santo.

Amén

Acto de Contrición

Jesús mi Señor y mi Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita Misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la Vida Eterna. Amén.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

 

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebi- do por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Pon- cio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los peca- dos, la resurrección de la carne y la vida eterna.

Amén.

 

A continuación, se pide la gracia que se desea recibir y se continúa con la reflexión y oración del día:

Reflexión y oración


Quinto Día: El Padre Pío, Mártir del confesionario

 

Reflexión:

 

 

Podemos resumir el ministerio sacerdotal del Padre Pío, en dos polos luminosos: el altar y el confesionario. En el altar se inmolaba con Cristo en la cruz y en el confesionario repartía la infinita misericordia del Señor.

 

En el confesionario el Padre Pío desempeñó su paternidad con fuerza y ternura. Era severo y exigente con los penitentes curiosos e hipócritas. Era inflexible con los pecados contra la vida, los pecados de la blasfemia y la transgresión del precepto de la Misa festiva. No era raro que cerrara la ventanilla del confesionario en las narices de los penitentes o les gritara: ¡Fuera de aquí, desgraciado! Sus explosiones eran fuertes vibraciones de su espíritu para romper ciertas barreras y sacudir ciertos corazones empedernidos.

 

El Papa Juan Pablo II, en la canonización del Padre Pío, dijo: “Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, éstos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental”.

 

Un penitente tres veces despedido del confesionario y, finalmente absuelto, comentaba: “Ahora sí que he llegado a comprender la gravedad de mis faltas. Hasta este momento nadie había sacudido mi indiferencia, como ahora lo ha hecho el Padre Pío. Ahora comprendo mejor y le agradezco a Dios que se haya servido para ello del pulso firme y, al mismo tiempo, paternal del Padre Pío”. ¡Cuánto le costaban al Padre Pío las confesiones! Solía decir: “¡Si supieran cuánto cuesta un alma! Las almas no se dan como regalo: se compran. ¡Ustedes no saben lo que le costaron a Jesús! Ahora y siempre hay que pagarlo con la misma moneda”. 

 

Oremos:

 

Dios todopoderoso y lleno de bondad, que nos has dado en San Pío de Pietrelcina un modelo de sacerdote consagrado al ministerio de la Penitencia, concédenos, por su intercesión, convertirnos a Ti de todo corazón y recibir tu misericordia abundante. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

Proponemos como penitencia para este día: no recostarse en la cama ni comer fuera de horarios. Aconsejamos también en este día, hacer una buena confesión de todos los pecados.

 

Si lo desea, puede usar nuestra guía de confesión: 

Descarga
Guía para un buen examen de conciencia FRICYDIM
Examen conciencia FRICYDIM.pdf
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O bien, utilizar el siguiente formulario, ambos tomados del libro Gemidos inenarrables, camino al cielo, del Padre Carlos Pío del Inmaculado Corazón (Padre Carlos Spahn).

 

Examen de conciencia (para cada noche)

 

Te aconsejamos que conserves la piadosa costumbre de examinar tu conciencia todas las noche por espacio, al menos, de cinco minutos. 

 

Piensa cómo te juzgaría Dios si te tocara morir esta noche. Conociéndote a ti mismo purificas tu alma y te preparas a la muerte.

 

Pasos para hacer el examen:

 

  1. Ponte en la presencia de Dios; Él y tú a solas.
  2. Da gracias a Dios por los beneficios recibidos. 
  3. Pide la gracia de reconocer los pecados y de detestarlos, como también de reconocer lo bueno que hayas podido hacer, para agradecerlo.
  4. Examina las cosas buenas que has hecho para seguir haciéndolas y las malas para evitarlas con gran determinación.
  5. Agradece por lo bueno y pide perdón por lo malo, proponiéndole a Dios enmendarte.

 

El examen de conciencia no es sólo un análisis o una introspección psicológica. Es ante todo una oración. Por tanto, ponte con tu imaginación delante de Jesús Crucificado y dialoga con Él, reflexiona en su presencia.

 

Oración final


Señor, concédeme la gracia de imitar a tu siervo San Pío de Pietrelcina en el amor a Jesús crucificado, en el amor a la Sagrada Eucaristía, a la Santísima Virgen y a los pecadores. Cambia mi forma de pensar y de sentir, porque muchas veces no parezco hijo tuyo.

 

Señor, te pido la conversión de los que, como yo, son pecadores. Quiero unirme, junto al Santo Padre Pío, a tu deseo de salvación universal en esta novena, solidarizándome con mis hermanos y emprendiendo con ellos un camino de sincera conversión.

 

Dame la gracia de cumplir tus mandamientos alimentando al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo, alojando al forastero, visitando al enfermo y al encarcelado, descubriéndote y respetándote en la obra de tus manos. Y permíteme disfrutar al final de los tiempos del banquete que tienes preparado. Que pueda, junto con el Padre Pío y todos mis seres queridos glorificarte eternamente en tu gloria. Amén.