Novena a San Padre Pío de Pietrelcina


Segundo Día

Oraciones iniciales para todos los días


† En el nombre del Padre, y † del Hijo, y del † Espíritu Santo.

Amén

Acto de Contrición

Jesús mi Señor y mi Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita Misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas, y me has de llevar a la Vida Eterna. Amén.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

 

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebi- do por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Pon- cio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los peca- dos, la resurrección de la carne y la vida eterna.

Amén.

 

A continuación, se pide la gracia que se desea recibir y se continúa con la reflexión y oración del día:

Reflexión y oración


Segundo Día: Amor del Padre Pío al Prójimo

 

Reflexión:

 

Quien ama a Dios, tiene que amar también al prójimo. El amor a Dios y el amor al hermano forman un solo mandamiento.

 

“La caridad —decía el Padre Pío—, es la perla de las virtudes. Del mismo modo que las perlas se mantienen unidas por el hilo, así las virtudes por la caridad. Y así como las perlas se caen si se rompe el hilo, de igual modo, disminuye la caridad y las virtudes desaparecen”.

 

El Padre Pío no podía soportar ni la crítica ni el hablar mal de los hermanos. La murmuración le daba náusea. “Teniendo tantos defectos que criticar en nosotros, ¿para qué perdernos en contra de los hermanos?”.

 

Movido por este amor para con los hombres sus hermanos, exclamaba ante Dios como Moisés: “¡O perdonas a tu pueblo o bórrame del libro de la vida!”.

 

Su amor al hombre lo lleva a dar vida a dos grandes obras: la Casa Alivio del Sufrimiento y Los Grupos de Oración. Hablando de la Casa Alivio del Sufrimiento decía: “Háganla tan bonita como el paraíso, porque en ella va a habitar Cristo enfermo”. A los médicos y enfermeros recomendaba: “Ustedes tienen la misión de curar al enfermo; pero si no llevan amor al lecho de los enfermos, no creo que las medicinas sirvan de mucho. Sean portadores de Dios para los enfermos; eso será más útil que cualquier otro cuidado”.

 

Los grupos de oración tenían que ser de apoyo a la Casa Alivio del Sufrimiento.

 

Oremos:

 

Dios todopoderoso y eterno, escucha con bondad la oración de tus fieles, y por la intercesión de San Pío de Pietrelcina, dígnate visitar con tu consuelo a nuestros hermanos enfermos y haz que recobren pronto la salud y te den gracias en la Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

Proponemos como penitencia para este día: privarse de mirar televisión. Aconsejamos también en este día, rezar el Rosario de la Divina Misericordia o la Coronilla de Reparación de FRICYDIM por la conversión de los pecadores.

Oración final


Señor, concédeme la gracia de imitar a tu siervo San Pío de Pietrelcina en el amor a Jesús crucificado, en el amor a la Sagrada Eucaristía, a la Santísima Virgen y a los pecadores. Cambia mi forma de pensar y de sentir, porque muchas veces no parezco hijo tuyo.

 

Señor, te pido la conversión de los que, como yo, son pecadores. Quiero unirme, junto al Santo Padre Pío, a tu deseo de salvación universal en esta novena, solidarizándome con mis hermanos y emprendiendo con ellos un camino de sincera conversión.

 

Dame la gracia de cumplir tus mandamientos alimentando al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo, alojando al forastero, visitando al enfermo y al encarcelado, descubriéndote y respetándote en la obra de tus manos. Y permíteme disfrutar al final de los tiempos del banquete que tienes preparado. Que pueda, junto con el Padre Pío y todos mis seres queridos glorificarte eternamente en tu gloria. Amén.