Novena a San Ignacio de Loyola

Oración para todos los días

 

Glorioso san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y especial abogado y protector mío! Ya que tan elevado estás en el Cielo por haber hecho tus obras a mayor gloria de Dios, combatiendo a los enemigos de la Iglesia, defendiendo nuestra santa fe, dilatándola por medio de tus hijos por todo el mundo, alcánzame de la divina piedad, por los méritos infinitos de Jesucristo, e intercesión de su gloriosa Madre, entero perdón de mis culpas, auxilio eficaz para amar a Dios y servirle con todo empeño en adelante, firmeza y constancia en el camino de la virtud, y la dicha de morir en su amistad y gracia, para verle, amarle, gozarle y glorificarle en tu compañía en el Cielo por toda la eternidad.

 

Escúchanos, san Ignacio, escogido entre millares para dilatar la gloria de Dios por los cuatro ángulos del mundo; varón eminentísimo en toda clase de virtudes, pero especialmente en la pureza de intención con que siempre anhelabas la mayor gloria de Dios; héroe insigne de penitencia, humildad y prudencia; infatigable, constante, devotísimo, magnánimo; de caridad excelentísima para con Dios, de vivísima fe y esperanza rosbustísima; me gozo, amada Padre mío, de verte enriquecido con tantas y tan eminentes prerrogativas, y te suplico alcances a todos tus hijos aquel espíritu que te animaba, y a mí una intención tan recta, que hasta en los menores cosas busque puramente la gloria divina, a imitación tuya, y logre por este medio ser de tu compañía en la gloria. Amén

Se añade un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Para la novena, puede rezarse esta oración nueve días seguidos. Podrá hacerse una penitencia diaria para ofrecerla en honor del santo y para obtener la gracia pedida, sugerimos algunas pequeñas, entre otras: no mirarse al espejo; leer un buen libro de formación o vida de un santo, aunque no guste; levantarse durante la noche a rezar, al menos, un misterio del Santo Rosario; levantarse rápido, sin demora y bañarse o lavarse con agua fría; privarse de hablar del tema favorito y hablar de lo que le gusta al otro; hacer media hora de meditación diaria delante del Santísimo Sacramento; si hace calor no utilizar ventilador ni aire acondicionado; si hace frío no utilizar calefacción por un día; hacer un trabajo que no guste en la propia casa con su propia familia, llevar puesto en el zapato una piedrita o algo que incomode por espacio de algunas horas, para acordarse de Dios y ofrecer un sacrificio; si se tiene autorización del director espiritual y no es obstáculo para el trabajo, llevar el cilicio; etc.