La Santa Madre Iglesia y la comunión de los santos

[55]  Siendo Cristo la Cabeza de la Iglesia y todos los creyentes un solo cuerpo, con la Madre de Dios que, al ser Madre de Cristo lo es también de la Iglesia, es necesario que exista una comunión de bienes. El bien de Cristo se comunica así a todos sus miembros y se hace a través de los sacramentos de la Iglesia. La Iglesia es gobernada por un solo y mismo Espíritu, por eso todos los bienes que ella recibe forman un fondo común.

[56] Los tres estados de la Iglesia: militante, purgante y triunfante, ciertamente en diverso grado, participan del mismo amor a Dios y al prójimo. Teniendo el mismo Espíritu formamos una misma Iglesia.


[57] Por eso, en este mundo, debemos rezar los unos por los otros. Pero también rezar por los miembros que, habiendo obtenido la gracia de la salvación eterna, no obstante, purifican aún sus culpas, como desde los primeros tiempos del cristianismo se viene haciendo con profunda piedad y veneración ‘pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados’ (2 Mac. 12, 45). “Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor”.

 

Es importante también revalorar y recuperar la presencia y acción del mundo angélico en ayuda de los hombres. En particular los Arcángeles y el Ángel de la Guarda. Así también la intercesión de los santos a nuestro favor.

 

Ellos no dejan de interceder por nosotros y, al estar más íntimamente unidos a Cristo consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad y presentan ante Cristo, Cabeza y Mediador entre Dios y los hombres, los méritos que han adquirido durante su vida en la tierra.