DE CORAZÓN A CORAZÓN

Toda la naturaleza está enlutada, oscuridad, truenos, temblores, viento. Una Cruz en lo alto. En ella un Corazón inflamado como a punto de estallar; Al rojo vivo y casi envuelto en llamas que, manando de su interior, van formándose suavemente; una fisura en el Corazón como de un labio, donde brota de adentro un grueso chorro de sangre, junto con agua. El chorro de sangre se diferencia del agua al inicio, luego se mezcla con la sangre. Ese gran chorro de sangre sale en gran cantidad del Corazón, que a pesar de salir tanto no parece se desinflame sino que, por el contrario, se inflama aún más en la medida que sale la sangre con el agua. Ese chorro de sangre con agua cae hacia abajo. De pie al pie de la Cruz hay una Mujer. El chorro de sangre golpea en su pecho y penetra en su Corazón por una fisura similar al Corazón anterior. Más abajo una multitud de hombres postrados en tierra. Ese chorro de sangre que pasa por esta Mujer sale de ella en forma de lluvia que empapa a todos los hombres. A cada hombre le llegan gotas de esa sangre con agua. A algunos les llega más que a otros. Pero al llegar al corazón muchas de esas gotas que quieren penetrar el corazón rebotan y caen en tierra. En otras personas, las gotas penetran como suave lluvia en campos fértiles y necesitados de agua. Es decir, en cada uno esas gotas de sangre producen efectos distintos.

 

Explicación

Ese corazón inflamado que está en la Cruz es el Corazón de Cristo Víctima. Está inflamado, a punto de estallar de amor. Quema, pero no se consume. Jesús tiene dos naturalezas, una humana y otra divina, es decir, obra como perfecto Dios y como perfecto hombre, pero es una sola Persona. Su única persona es divina, es la Segunda Persona de la Sma. Trinidad que asume una naturaleza humana. Porque Dios quiso amar al modo humano, sentir hambre, sed, cansancio, llorar, dormir, morir, etc. Ahora bien, como ese Corazón de Cristo es humano y es imposible contener todo el amor de Dios estuvo a punto de estallar en el momento más importante, el momento de su muerte en Cruz. En la Victimación se produjo el delirio de amor divino, hasta el punto de hacer estallar el Corazón humano de Cristo. Para que no estallara, el Padre dispuso que fuese traspasado, a fin de que, todo el amor del Padre pase por el corazón del Hijo, y para amar al hombre al modo humano. La sangre representa el amor y el agua la misericordia. Y también la sangre que sale representa la Eucaristía y el agua el Bautismo, que nacen del costado abierto de Cristo en la Cruz; y en esos dos sacramentos están representados todos los demás.

 

Ese chorro de amor divino que atraviesa el Corazón de Cristo pasa por el Corazón de la Santísima Virgen que, al pie de la Cruz, unida totalmente a la Redención de su Hijo, recibe en su corazón abierto por una espada de dolor (profetizado por Simeón), toda esa sangre y agua divinas y pasando por Ella llega a todos los hombres. Por eso, la Santísima Virgen es Mediadora universal de todas las gracias. Todo pasa por Ella. Esos dos orificios en sendos corazones hacen el recorrido del hombre hacia la Santísima Trinidad y sería: De la Trinidad pasa todo el amor divino por el corazón de Cristo y de Éste al de su Madre para pasar luego a los hombres. Este es el camino elegido por Dios. Los hombres deben hacer el camino contrario, desde su propio corazón, pasando por el corazón de la santísima Virgen y atravesando el Corazón de Cristo se llega al seno de la Santísima Trinidad.

 

Esa sangre que llueve sobre los hombres, producen frutos distintos. Duele ver cómo en algunos corazones directamente rebotan y esa sangre divina cae por tierra y es pisoteada. En otros las gotas llegan y no rebotan, pero tampoco penetran, quedan adheridas al corazón pero desde afuera. En otros penetra como lluvia temprana en tierra fértil.

 

Ese corazón divino de Jesús comenzó a latir al ritmo del corazón de su Madre. Ella le enseñó sus primeros pasos. Laten juntos, al unísono. Ambos corazones reciben abundantísima sangre y agua y no desprecian nada, reciben en abundancia el amor de Dios y es como que siguen siempre bebiendo sin cansarse. Y todo lo que reciben lo dan sin perder nada de lo recibido y sin que se agote este manantial.

 

¡Ave María Purísima!

                                                              P. Carlos Spahn