CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN

Entendemos que la obra que realizará el Inmaculado Corazón de María en nuestro propio corazón, en la esencia de nuestra alma, se compara a la maravillosa obra que realizó con Cristo en la gruta de Belén la noche del nacimiento.

 

Los hombres jamás hubiéramos podido entender por qué el Verbo deseó, con deseo infinito y eterno, nacer en una cueva abandonada, oscura, fría, húmeda, llena de excremento y orín de animales, con telarañas, toda clase de insectos no deseables, espinas, maleza, piedras, etc. Tampoco lo hubieran entendido los ángeles mismos si Dios no se los hubiera mostrado.

 

Dios no hace nada que no tenga sabiduría y esté completamente armonizado. Todo lo envuelve con su amor misericordioso por los hombres.

 

En efecto, la cueva representaba el corazón de los hombres y lo sigue representado aún en muchos de ellos. El corazón de los hombres se encontraba, como se encuentra hoy día en muchos: abandonado, oscuro, frío, húmedo, lleno de excremento y orín de animales, con telarañas, insectos, espinas, maleza, piedras, etc.

Dios había reservado a su Santa Madre la labor de preparar el lugar más hermoso del mundo, el lugar soñado y deseado por el Verbo de Dios desde toda la eternidad. Un lugar dispuesto y preparado por un Corazón infinitamente enamorado de Dios. María ingresa con José a ese recinto y entiende que así lo desea Dios. Ella le pide a José que encienda un fuego y todo dentro se ilumina, ya hay luz. Comienza el calor. La humedad y el frío se disipan en breve. María, con sus manos sagradas que responden a los impulsos de su Inmaculado Corazón lleno de amor y gracia, comienza a sacar la paja con excremento y orín y busca aquella más seca y limpia. Quita las telas de arañas, corre los insectos, corta las espinas y malezas. Corre los animalitos hacia un costado. Y prepara la cuna, la maravilla más grande que se haya podido hacer sobre la tierra. Es el nuevo paraíso, el paraíso del Verbo Eterno de Dios. Una cuna llena de amor. Por eso Dios eligió ese lugar. Porque el Inmaculado Corazón de María tendría la tarea de construir una habitación al Altísimo partiendo de lo más ruin y bajo.

 

Dios, con ese gesto, nos enseña la tarea que tiene esta Santa y misteriosa Mujer de disponer y preparar los corazones de los hombres con el amor y bajo el impulso de su Inmaculado Corazón.

 

De esta manera está reservado y preparado el triunfo del Inmaculado Corazón según fue anunciado por Ella misma en su aparición en Fátima. Una labor extraordinariamente maravillosa y relacionada con la venida de Cristo, no sólo en el corazón de los hombres, sino también en su segunda venida. Es el Corazón Inmaculado el que preparará ese regreso amoroso y escatológico de Cristo. Ya no vendrá como la primera vez, a través del seno maternal de María en la humildad de la carne, ahora lo hará a través de su Inmaculado Corazón en gloria y majestad sobre las nubes del cielo.

 

Pbro. Carlos H. Spahn