Sugerencias para ofrecer algunos sacrificios durante la novena: no leer inmediatamente una carta, o un mensaje que se recibe, sino esperar un rato; dedicarle tiempo a un niño, aunque parezca que se lo pierde; estar alegre aunque se tengan razones para no estarlo; salir a caminar si se tiene pereza; no encerrarse en la habitación si se está triste y cabizbajo, sino salir y hacer actos contra la tristeza, provocando pensamientos optimistas y de alegría; no soñar despiertos, y no pensar en sí mismo; privarse de algún postre o dulce; rezar un Rosario de rodillas; privarse del celular, la computadora o la televisión; hacer un ayuno a pan y agua o completo; etc
Oraciones iniciales
Como oraciones iniciales se rezan las enseñadas por el ángel a los pastorcitos.
"Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman."
Se repite tres veces
"Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Os adoro profundamente y Os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores."
Los niños rezaban estas dos oraciones de rodillas y con la frente inclinada hacia el suelo.
Rezar la oración correspondiente del día (cada imagen contiene la oración del día)
Oraciones finales
Oh santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en tu misericordia maternal y agradecidos a las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus plantas para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra tuya y provecho de nuestras almas. Amén.